sábado, 23 de abril de 2011

¡Felices Fiestas!

Caminabas con frío, no querías estar allí. Las calles oscuras, el débil resplandor de los rostros frente a las velas... vos deambulabas por la calle, tiritando. Uno muchas veces no elige, se ve envuelto en situaciones en las que francamente no sabe como llegó. Estabas ante una de esas situaciones.

Los veías en tu mente, querías sentir en tu cuerpo el mismo calor que sentían ellos, oír el mismo bochinche, escuchar sus voces y sus risas. Ver hasta intoxicarte de colores y formas, vomitar la abundante comida de las festividades.

Tropezaste con algo, sentiste una ligera emoción. Quizás uno si elige, elegir mal también es elegir, después de todo. Pensaste en llamar, pero ¿Qué dirías? Aún no lo tenías claro, ellos solo te aceptarían si ibas con ideas precisas. Te molestaste otra vez.

Lo cierto es que a vista ajena ni los comensales, ni la comida, ni las risas eran demasiadas. Se tiene la tendencia a magnificar o minimizar según sea conveniente. Vos te sentías culpable y te querías castigar. Todo afuera era magnifico, todo lo tuyo era detestable.

Alternabas tu vista entre el suelo y los rostros iluminados. Mirada penetrante, filas de monocordes figuras, espejismos que se extienden. En estas heladas calles no hay nada para vos.

Si estuvieras allá, en este preciso momento estarías contando algunos chistes. El humor era tu manera de preguntar encubiertamente cosas que nadie quería responder. Se genera una cadena de conductas. Todos saben que estas preguntando, pero se hacen los desentendidos y se quedan en la literalidad de lo relatado.

No te voy a decir nada. No sé si te extrañan, si te tienen aprecio o piensan en vos. Sé que siempre fue tu intriga, sé que tuviste miedo a la respuesta. Pero ahora ¿Qué vas a hacer? Probablemente me digas que a fin de cuentas siempre estamos solos por más que mucho lo queramos ocultar.

domingo, 3 de abril de 2011

CONSECUENCIAS CONCEPTUALES: La Irreversibilidad (I)

Habíamos olvidado en que día vivíamos, incluso no recordábamos el mes, solo presentíamos el atardecer de un lapso de tiempo confuso; un tibio rayo de sol me iluminaba el rostro. Al frente estabas vos, casi en penumbras, rodeado por el espeso humo de tus cigarros. La habitación apestaba: alcohol, transpiración, sexo, encierro.

Lo habíamos perdido todo y lo poco que nos quedaba lo estábamos destruyendo. Tiempo atrás me confesaste que habías ingresado a un camino sin retorno, te habías dañado para siempre. Te dije que exagerabas e intente distraerte, sabía que te gustaba el teatro, te propuse ir, pero ni eso querías. Pensé que al día siguiente estarías bien... una semana después era yo la que confesaba aquel mal. No se cuanto tiempo ha pasado ya, desde ese día poco salimos de acá. Todo nos parece trivial y superfluo. No podemos conectar con nada ni con nadie, no entendemos a los voluntariosos ni a los motivados ni a la “gente feliz”. Estamos apáticos, somos autómatas.

A veces alcanzo a verte entre la espesa niebla de humo, pareces ausente y tu mirada perdida, quizás estés rememorando viejos buenos tiempos. Dejamos de ser quienes eramos. En este transcurrir de minutos, horas, días; en este tiempo tan indeterminado y banal, pienso en reencontrarte, en ver nuevamente el brillo de tus ojos, en volver a sentir la complicidad en el encuentro de nuestras miradas... pero no va a suceder, vos estas ya muy lejos y yo corro en la dirección opuesta.

Olvidamos como sonreír, vivimos en un eterno domingo. De vez en cuando me pregunto como hubiese marchado todo si la irreversibilidad no nos hubiera apresado en detalles tan importantes. ¿Seríamos aquellos que hoy no entendemos? ¿Seríamos felices? ¿Qué nos queda para el presente? ¿Esperaremos tranquilamente la muerte? ¿Seguiremos actuando, haciendo de cuenta que estamos vivos? Cada día olvidamos más, pronto no tendremos pasado. Quizá lo único que nos quede sea el humo de tus cigarros, mis botellas de whisky y algo de hipocresía, si tenemos suerte.

Ya casi ni recuerdo cuando escribí estas palabras. Estoy a punto de perderte de vista, me siento muy lejos de aquí y creo que la poca lucidez y consciencia que me queda la estoy perdiendo. Si pudiera volver el tiempo atrás tomaría otras decisiones, estoy segura que vos también. Prometería no olvidarte pero no se como continuara esto. Solo me queda una palabra: Adiós.