miércoles, 29 de junio de 2011

Efímero

Los días pasaban con lentitud. Al amanecer le sucedía un atardecer y finalmente veía como los primeros rayos del sol se ocultaban y dejaban a la vista la negrura de la noche. Así, semanas enteras pasaban. Desconsolada, aburrida y perdida en la nebulosa imaginativa existía ella, por el solo hecho de haber nacido, sin ninguna voluntad alguna de forzar el camino. Había noches alumbradas por la llama de la esperanza, noches enteras de emoción y ansiedad por un futuro anhelado. Salía al balcón a contemplar la luna en todo su esplendor, a ver los luceros débiles que parecían arañar el cielo; los famélicos parecían sostenerse con sus últimas fuerzas. Y quizás ya tenía todo predestinado, su mediocridad, su conformidad. Parecía que se alegraría con poco, y ese poco que necesitaba llegaría.

Su existencia aburrida cambio abruptamente. De las noches de pura reflexión surgieron noches de pura alegría. Pensaba que solo había tenido mala suerte en todo aquel tiempo y que ahora rápidamente su realidad seria distinta. Se permitió ser tan ingenua como era posible, si había conocido las cosas malas del mundo, consideraba que debía caer con profunda confianza en las cosas buenas. Pero…¿Qué era esta felicidad que había encontrado casi de casualidad caminando un día viernes por una avenida? No lo sabia, solo se produjo, atrapando toda su maquinaria del pensar, atacando el sistema inmunológico del sentir.

Entre pensamientos, reflexiones, y aburrimiento no formuló ninguna teoría, ni conclusión, ni plan fantástico. No averiguó de que se trataba todo ni se puso ansiosa. Solo dejo pasar los días, se le escaparon de las manos y cada uno parecía tomar un rumbo diferente. Se sentía extrañamente satisfecha con ellos. Entonces se pregunto por que antes había pensado tanto como vivir si simplemente se podía hacer sin ningún tipo de plan.¿Cómo debería sentir el mero hecho de existir? ¿Con algún dolorcito por aquí, un vació por allá y un buen momento allí? ¿Qué gusto tenia la conformidad? ¿Estaba ahora reflexionando de la vida? Así día tras día, con las mismas preguntas camufladas en distintas palabras y esa felicidad de momento que luego termino siendo corta y escurridiza.

Finalmente, luego de 7 días, esos días de balcón y felicidad terminaron, y en la misma avenida se encontró con su estado anterior y volvió a ser quien siempre había sido. Efímera alegría semanal.


Escrito el 21/04/07

lunes, 27 de junio de 2011

Acerca de verdades y mentiras

El torbellino de pensamientos fue detenido por el sonido producido por un sujeto a varios kilómetros de distancia. Ante el sonido, otro sujeto (al cual llamaremos "sujeto B") mira velozmente una pantalla de un aparato moderno. "Zass, nada" exclama. Bien lejos el otro sujeto, al cual por simple lógica denominaremos "Sujeto A" existía. Tan simple como eso ya que desconozco que hacia este humano. Soy una testigo de los hechos ocurridos en la casa de “B” y carezco de conocimiento de que estaba pasando en el lugar donde “A” estaba.

Al mismo tiempo en que ocurrían estos hechos mundanos, afuera se despertaba el clima. El sol que amenazaba con cocinar a cuanto ser vivo se le cruzara se escondió y un viento melodioso llego. “B” amaba el viento, lo amaba casi tanto como a su aflicción, o mejor dicho como a la causa de su aflicción. Pero algunos piensan que no se pueden comparar personas con cosas, o en este caso: con el clima. Sea como sea y volviendo al punto inicial, a “B” no le importo, seguía ensimismado. Eso era grave. La tarde se había convertido en una noche tormentosa y “B” seguía con sus fantasmas interiores. Vaya a saber que pensaba, y vaya a saber que pensaba yo mientras lo veía balancearse, meciéndose, o como más les guste llamar a aquel movimiento en que uno acompaña a sus sentimientos.

“B” estaba en el piso, mirando cada baldosa; eso decía él, pues las baldosas yo jamás pude ver, si él supiera que ese piso era de parquet. Si él supiera que jamás escucho aquel sonido, ni la pantalla mostraba lo que creyó ver. Si él supiera que nunca hubo tal aflicción, ni aquel viento, y aún menos esa tormenta. Si supiera que nada de eso sucedió realmente y que todo fue una imagen que diseño con esmero para engañarse a si mismo. Si él supiera, si él supiera… Pero quizás el lo sabe, y yo esté equivocada. Contemplo la posibilidad de que tenía razón, eran baldosas, no parquet. Tal vez, quizás... quien sabe que es verdad.


Escrito algún día de octubre del 2007

Revisado el 27 de junio del 2011

Un día en el cual todo se desvaneció

Tenía la cabeza en blanco. Siempre salía al patio y miles de ideas revoloteaban en su cabeza. Pero esta vez no, desde hace meses ya no era lo mismo. No sabia a que atribuirlo, su vida no había sufrido cambio alguno, no habían ocurrido ni desgracias ni tragedias, no había motivo para aquel cambio. Cuando luego de tanto tiempo de aceptar sin más la situación se sentó en su jardín a pensar, no llegó a ninguna conclusión relevante, interesante o digna de ser escuchada. Sin embargo, dedicaré algunas palabras a ellas: En primer lugar creía que el mismo reposo y la tranquilidad de su existencia podría influir e incluso ser la causante de la fuga de ideas. En segundo lugar contemplaba la posibilidad de que todo tenga un fin al que no debería buscársele causa. “Termino por que si” se aseguraba con poco convicción. Por último creía que quizás todo lo que pensaba que había sido su vida era una imaginación (tanto de ella misma como de alguien mas), tinta de algún escritor o sueños de algún habitante del planeta. Claro que esto era lo más sencillo que podía pensar. Tal vez su correr incesante de días eran imágenes que conformaban una extensa película que se miraba a través de los caños de escape de los autos. Y a decir verdad, esta idea era la que mas le convencía de sus insignificantes conclusiones.

El pensamiento que continuó fue una afirmación: “Aún puedo pensar, no lo habitual, no lo que quisiera, no con la misma rapidez y aún menos con la misma emoción, pero aún pienso”. Por supuesto a ella le resultaba incomprensible la idea de que se piensa todo el tiempo. “Uno no piensa a cualquier hora, tiene sus días, sus momentos especiales en el que se funde con la mente y queda atrapado en sus procesos”, acostumbraba decirse a si misma y a su entorno. Este siempre se oponía a su idea “Se piensa siempre. Al momento de prepararnos el desayuno y cuando estamos al borde del sueño, cuando dormimos todo sigue ocurriendo” afirmaban. Ella se limitaba a disentir sin dar explicación alguna y muchos así concluían que ni siquiera entendía sus propias ideas. En cuanto a su consideración acerca del pensar sostenía que esta era una “tarea divina” mediante la cual uno se encontraba a si mismo y borraba el exterior de su percepción. Con su teoría, vivir pensando equivalía a vivir atrapado en su propio mundo interno privado del exterior, por lo tanto, entregado a lo que vulgarmente la gente denomina locura. Volviendo a la afirmación: no le resulto un alivio. Sentía que sus capacidades se habían perdido en algún lugar… y ni siquiera habían tenido la cortesía de entregarle un mapa para localizarlos.

Sufrió muchos días. Su sufrimiento se debía a la espera. Deseaba que algún día en su rutina diaria de salir al patio, sus ideas volvieran y todo fuera como antes, aunque claro, ella no creía que las experiencias se pudieran repetir. “Nadie baja dos veces al mismo río”, había leído cuando era pequeña. Esa frase que al principio no comprendía luego fue una de sus certezas más preciadas. Nada podía ser como antes por el simple hecho de que ya existía la experiencia de la perdida de ideas, en el caso de recuperarlas esto constituiría un recuerdo que cambiaría la percepción del antes y después del hecho.

Ya han pasado dos años desde este suceso. Hoy me pregunto por que les cuento esto, que finalidad tengo; solo me encuentro con la duda. No lo sé, quizás quieran saber que ocurrió con ella: Jamás recuperó sus ideas, la causa es que nunca las perdió. A veces los seres humanos creemos que hemos perdido ciertas cosas mientras que estas en realidad no se han ido a ningún lado. Simplemente han mutado, han cambiado, han evolucionado.


Escrito algún día de julio del 2007

Revisado el 27 de junio del 2011