miércoles, 16 de enero de 2013

Optar

Deseo que las palabras se transfiguren, que se travistan al caer el sol. Los pensamientos migran de un extremo a otro y nada parece erróneo en lo absoluto. Puedo ver las dos caras de una moneda, el ying y el yang, el blanco y el negro. Cada conducta y cada monologo es válido indudablemente, nada resulta indefendible ¿Cómo elegir entre tantas opciones? ¿Cómo se puede entender este peculiar conglomerado?

Existen tantos espacios vacíos que diariamente la gente pasa por alto. Me pregunto porque no puedo hacer lo mismo, siento una gran necesidad de detenerme y ver cada posibilidad, cada combinación posible… termino olvidando que el tiempo no tiene piedad, no espera. Cuando me preguntan porque no actuó no puedo mostrarles esa diversidad, no pueden entender mi indecisión, la verdad es que yo tampoco, no es el modo más fácil de existir.

Aún así soy lo suficientemente miope (y todos lo somos en mayor o menor medida). Es el momento de contradecir cualquier cosa que pude haber escrito dos minutos atrás. No soy solo yo, no puedo permitirme creerme tan singular, somos muchos los que vivimos asfixiados por las opciones (y el tiempo no se detiene). Esperan y esperamos de nosotros: que seamos trabajadores, estudiantes, profesionales, parejas, amantes, hijos, padres. Buscan gente “proactiva y con ganas de crecer”, “responsables y estudiosos”, “dedicados y pacientes”. A veces olvidamos que para ser algo de todo eso antes debemos ser personas, concepto odioso y confuso que aún no puedo explayar, solo se me viene a la cabeza que nos estamos olvidando de algo importante, que obviamos los cimientos de nuestras vidas.

Probablemente si aprendiera algunas de esas cosas valiosas e imposibles de explicar en el presente texto acerca de lo que es ser una “persona” esto podría tener algún sentido. Ahora solo queda esperar que todo se aclare.

lunes, 6 de agosto de 2012

Cadena de Inexistencias

Mira una fotografía, se sorprende “Este papel en algún momento fue como el reflejo de un espejo. Ahora solo contiene momentos que nadie recuerda, que nadie sabe con precisión. Es un papel lleno de fantasía, que plasma ficciones.”

Las figuras estaban bien definidas, los rostros se veían diminutos y las sonrisas aún mas pequeñas. A veces pensaba en telefonearlo “Tengo una foto ¿Recuerdas este día?”. No podía llamar, solo encontraría silencio y luego recordaría que nada sucedió. Las fotos no son mas que impresiones mentales, cuentos con ilustraciones, ilusiones.

¿Qué quedaba por hacer? Quemar la fotografía, esas imágenes se enrollarían sobre si mismas, se oscurecerían y finalmente dejarían de existir tal cual las recordábamos. Quizás ese seria el momento preciso para tomar la cámara y capturar ese instante: la ya inexistente fotografía junto a mi. Luego, pasados unos años, repetiríamos el proceso. Llegaríamos a un punto que la cadena seria demasiada larga, perderíamos la posibilidad de ver aquellos chamuscados papeles y así olvidaríamos lo ya olvidado y dejaríamos de caer en esta clase de contradicciones. Es un extraño fenómeno este de la fotografía.


Escrito el 18/04/11

lunes, 13 de febrero de 2012

Carta sin destinatario

Comienzo esta carta lamentándome. No puedo expresar lo que quiero y aún cuando pudiera, no tendría la capacidad para estructurar correctamente mis palabras. Quisiera que ellas fueran concretas y tajantes. Quisiera que fueran el filo que se desliza por tu cuello. Anhelo que mis palabras tengan poder, que alteren tu mente; en resumidas cuentas quisiera que fueran omnipotentes.

Sé que la realidad es completamente distinta. Mis palabras se desarman. El posible mensaje colapsa, se autodestruye, se torna ininteligible. En ese lastimero estado, se malinterpretan o mejor aún, se ignoran. Nacen para morir, sin haber realmente vivido.

Me parezco a mis palabras, y no hay nada mas que decir ¿Acaso mis palabras lo harían? Mejor olvidarnos a ambas, solo si es posible olvidar sin nunca haber recordado.

viernes, 29 de julio de 2011

Tus múltiples muertes.

  
A la persona que me hizo pensar esta historia.

Pasó un mes de tu entierro. Si deje pasar tanto tiempo para ir a visitarte es porque aún me cuesta creerlo. Solíamos bromear en que yo moriría primero, pero el destino no se cumplió, y ahora yo presencio tu muerte. Quizás me preguntaras porque te visito, bah, en realidad no me lo preguntarías, además de porque estas muerto jamas me preguntaste nada en vida. Y a eso quería llegar, para mi hace rato estas muerto, esta sería tu segunda muerte. Desde el día en que decidiste no hablarme más, no escucharme, moriste. Y no moriste porque sencillamente te prefería muerto, sino ¿Por qué que más eras para mi que un cadáver? Un desconocido no podías ser, a los desconocidos uno eventualmente puede conocerlos, hablarles y trabar amistad con ellos. No teníamos esa posibilidad, vos así lo habías determinado. Hablarte era como hablarle a un muerto, y yo no creo en fantasmas. Solo recibía tu silencio y tu ignorancia, no podía seguir soportándolo.

Pero creo que aún no me he explicado, te digo estas pocas palabras, mas bien las escribo, sabiendo que desde el mas allá no las vas a leer. Igualmente lo escribo: Vine aquí (si, finalmente te lo digo), para decirte todo lo que no me permitiste decirte en vida. Pero ¿Sabes qué? No puedo, tantos años me lo prohibiste, tanto tiempo me impusiste el silencio que ahora solo puedo expresarme por medio de lágrimas, millones de lágrimas derrochadas en vos. No puedo decirte todo lo que sentí mientras estabas vivo (pero para mi irremediablemente muerto), pero puedo intentar dejar escritas algunas escasas palabras. Si, lo voy a intentar.

Me heriste, mortalmente. Jamas fui la misma. Comprendí algo importante, ya lo esboce antes: Las personas pueden morir para uno aún estando vivas. Llore por mucho tiempo tu muerte en vida... meses, años. Yo se que pensabas que no era tan importante, que era la vida nomas, dando sus brincos de aquí para allá. Pero yo creí cada una de tus palabras, y no solo las creí, las sentí, como si fueran el porvenir. No dudaba de ellas, quería porque temía, pero no podía. Me permití amar, en realidad ni siquiera me lo permití, jamas lo hubiese hecho, pero sencillamente sucedió; un día descubrí que estaba dejando mi coraza. Ese día supe que eso me debilitaría, pero confié en que no me harías daño. Me equivoque, pero no me arrepiento de haber amado.

Luego de que ocurrió el suceso, además de derrochar millones de lágrimas por vos, pensé mucho. En aquellos días fácilmente podía exteriorizar todo, luego las cosas se harían mas difusas, la mente desfiguraría cada momento y no recordaría con exactitud lo que vivimos. Ahora me pregunto eso mismo ¿Qué habremos vivido? Quizás nada, todo parte de la individualidad: lo que viviste vos, lo que viví yo, tal vez jamas existió un "nosotros". Quisiera haberlo descubierto antes de que partieras, antes de tu segunda muerte. Pero tu primera muerte ya fue fatal, si existió un nosotros en ese preciso momento también murió, junto con vos, junto con tu resistencia a escucharme. Porque ¿Nunca me escuchaste, verdad? En ese periodo en que no aceptaba tu primera muerte te catalogue de desconocido que podía conocer, pero no, mis palabras no tenían eco en vos ¿No es así? Te lo planteo como una duda, pero probablemente no sea mas que un deje de esperanza.

Creo que las palabras se me están acabando, a duras penas pude escribir estos párrafos con los ojos empañados, porque como te dije antes, me es mas fácil llorar que decirte algunas pocas cosas que sé que jamas escucharas. Quisiera decirte algo más, pero creo que podes intuir que es, y no quiero revelarlo en este papel. En vida creo que lo sabías. Sera un secreto entre nosotros dos.

miércoles, 29 de junio de 2011

Efímero

Los días pasaban con lentitud. Al amanecer le sucedía un atardecer y finalmente veía como los primeros rayos del sol se ocultaban y dejaban a la vista la negrura de la noche. Así, semanas enteras pasaban. Desconsolada, aburrida y perdida en la nebulosa imaginativa existía ella, por el solo hecho de haber nacido, sin ninguna voluntad alguna de forzar el camino. Había noches alumbradas por la llama de la esperanza, noches enteras de emoción y ansiedad por un futuro anhelado. Salía al balcón a contemplar la luna en todo su esplendor, a ver los luceros débiles que parecían arañar el cielo; los famélicos parecían sostenerse con sus últimas fuerzas. Y quizás ya tenía todo predestinado, su mediocridad, su conformidad. Parecía que se alegraría con poco, y ese poco que necesitaba llegaría.

Su existencia aburrida cambio abruptamente. De las noches de pura reflexión surgieron noches de pura alegría. Pensaba que solo había tenido mala suerte en todo aquel tiempo y que ahora rápidamente su realidad seria distinta. Se permitió ser tan ingenua como era posible, si había conocido las cosas malas del mundo, consideraba que debía caer con profunda confianza en las cosas buenas. Pero…¿Qué era esta felicidad que había encontrado casi de casualidad caminando un día viernes por una avenida? No lo sabia, solo se produjo, atrapando toda su maquinaria del pensar, atacando el sistema inmunológico del sentir.

Entre pensamientos, reflexiones, y aburrimiento no formuló ninguna teoría, ni conclusión, ni plan fantástico. No averiguó de que se trataba todo ni se puso ansiosa. Solo dejo pasar los días, se le escaparon de las manos y cada uno parecía tomar un rumbo diferente. Se sentía extrañamente satisfecha con ellos. Entonces se pregunto por que antes había pensado tanto como vivir si simplemente se podía hacer sin ningún tipo de plan.¿Cómo debería sentir el mero hecho de existir? ¿Con algún dolorcito por aquí, un vació por allá y un buen momento allí? ¿Qué gusto tenia la conformidad? ¿Estaba ahora reflexionando de la vida? Así día tras día, con las mismas preguntas camufladas en distintas palabras y esa felicidad de momento que luego termino siendo corta y escurridiza.

Finalmente, luego de 7 días, esos días de balcón y felicidad terminaron, y en la misma avenida se encontró con su estado anterior y volvió a ser quien siempre había sido. Efímera alegría semanal.


Escrito el 21/04/07

lunes, 27 de junio de 2011

Acerca de verdades y mentiras

El torbellino de pensamientos fue detenido por el sonido producido por un sujeto a varios kilómetros de distancia. Ante el sonido, otro sujeto (al cual llamaremos "sujeto B") mira velozmente una pantalla de un aparato moderno. "Zass, nada" exclama. Bien lejos el otro sujeto, al cual por simple lógica denominaremos "Sujeto A" existía. Tan simple como eso ya que desconozco que hacia este humano. Soy una testigo de los hechos ocurridos en la casa de “B” y carezco de conocimiento de que estaba pasando en el lugar donde “A” estaba.

Al mismo tiempo en que ocurrían estos hechos mundanos, afuera se despertaba el clima. El sol que amenazaba con cocinar a cuanto ser vivo se le cruzara se escondió y un viento melodioso llego. “B” amaba el viento, lo amaba casi tanto como a su aflicción, o mejor dicho como a la causa de su aflicción. Pero algunos piensan que no se pueden comparar personas con cosas, o en este caso: con el clima. Sea como sea y volviendo al punto inicial, a “B” no le importo, seguía ensimismado. Eso era grave. La tarde se había convertido en una noche tormentosa y “B” seguía con sus fantasmas interiores. Vaya a saber que pensaba, y vaya a saber que pensaba yo mientras lo veía balancearse, meciéndose, o como más les guste llamar a aquel movimiento en que uno acompaña a sus sentimientos.

“B” estaba en el piso, mirando cada baldosa; eso decía él, pues las baldosas yo jamás pude ver, si él supiera que ese piso era de parquet. Si él supiera que jamás escucho aquel sonido, ni la pantalla mostraba lo que creyó ver. Si él supiera que nunca hubo tal aflicción, ni aquel viento, y aún menos esa tormenta. Si supiera que nada de eso sucedió realmente y que todo fue una imagen que diseño con esmero para engañarse a si mismo. Si él supiera, si él supiera… Pero quizás el lo sabe, y yo esté equivocada. Contemplo la posibilidad de que tenía razón, eran baldosas, no parquet. Tal vez, quizás... quien sabe que es verdad.


Escrito algún día de octubre del 2007

Revisado el 27 de junio del 2011

Un día en el cual todo se desvaneció

Tenía la cabeza en blanco. Siempre salía al patio y miles de ideas revoloteaban en su cabeza. Pero esta vez no, desde hace meses ya no era lo mismo. No sabia a que atribuirlo, su vida no había sufrido cambio alguno, no habían ocurrido ni desgracias ni tragedias, no había motivo para aquel cambio. Cuando luego de tanto tiempo de aceptar sin más la situación se sentó en su jardín a pensar, no llegó a ninguna conclusión relevante, interesante o digna de ser escuchada. Sin embargo, dedicaré algunas palabras a ellas: En primer lugar creía que el mismo reposo y la tranquilidad de su existencia podría influir e incluso ser la causante de la fuga de ideas. En segundo lugar contemplaba la posibilidad de que todo tenga un fin al que no debería buscársele causa. “Termino por que si” se aseguraba con poco convicción. Por último creía que quizás todo lo que pensaba que había sido su vida era una imaginación (tanto de ella misma como de alguien mas), tinta de algún escritor o sueños de algún habitante del planeta. Claro que esto era lo más sencillo que podía pensar. Tal vez su correr incesante de días eran imágenes que conformaban una extensa película que se miraba a través de los caños de escape de los autos. Y a decir verdad, esta idea era la que mas le convencía de sus insignificantes conclusiones.

El pensamiento que continuó fue una afirmación: “Aún puedo pensar, no lo habitual, no lo que quisiera, no con la misma rapidez y aún menos con la misma emoción, pero aún pienso”. Por supuesto a ella le resultaba incomprensible la idea de que se piensa todo el tiempo. “Uno no piensa a cualquier hora, tiene sus días, sus momentos especiales en el que se funde con la mente y queda atrapado en sus procesos”, acostumbraba decirse a si misma y a su entorno. Este siempre se oponía a su idea “Se piensa siempre. Al momento de prepararnos el desayuno y cuando estamos al borde del sueño, cuando dormimos todo sigue ocurriendo” afirmaban. Ella se limitaba a disentir sin dar explicación alguna y muchos así concluían que ni siquiera entendía sus propias ideas. En cuanto a su consideración acerca del pensar sostenía que esta era una “tarea divina” mediante la cual uno se encontraba a si mismo y borraba el exterior de su percepción. Con su teoría, vivir pensando equivalía a vivir atrapado en su propio mundo interno privado del exterior, por lo tanto, entregado a lo que vulgarmente la gente denomina locura. Volviendo a la afirmación: no le resulto un alivio. Sentía que sus capacidades se habían perdido en algún lugar… y ni siquiera habían tenido la cortesía de entregarle un mapa para localizarlos.

Sufrió muchos días. Su sufrimiento se debía a la espera. Deseaba que algún día en su rutina diaria de salir al patio, sus ideas volvieran y todo fuera como antes, aunque claro, ella no creía que las experiencias se pudieran repetir. “Nadie baja dos veces al mismo río”, había leído cuando era pequeña. Esa frase que al principio no comprendía luego fue una de sus certezas más preciadas. Nada podía ser como antes por el simple hecho de que ya existía la experiencia de la perdida de ideas, en el caso de recuperarlas esto constituiría un recuerdo que cambiaría la percepción del antes y después del hecho.

Ya han pasado dos años desde este suceso. Hoy me pregunto por que les cuento esto, que finalidad tengo; solo me encuentro con la duda. No lo sé, quizás quieran saber que ocurrió con ella: Jamás recuperó sus ideas, la causa es que nunca las perdió. A veces los seres humanos creemos que hemos perdido ciertas cosas mientras que estas en realidad no se han ido a ningún lado. Simplemente han mutado, han cambiado, han evolucionado.


Escrito algún día de julio del 2007

Revisado el 27 de junio del 2011

sábado, 23 de abril de 2011

¡Felices Fiestas!

Caminabas con frío, no querías estar allí. Las calles oscuras, el débil resplandor de los rostros frente a las velas... vos deambulabas por la calle, tiritando. Uno muchas veces no elige, se ve envuelto en situaciones en las que francamente no sabe como llegó. Estabas ante una de esas situaciones.

Los veías en tu mente, querías sentir en tu cuerpo el mismo calor que sentían ellos, oír el mismo bochinche, escuchar sus voces y sus risas. Ver hasta intoxicarte de colores y formas, vomitar la abundante comida de las festividades.

Tropezaste con algo, sentiste una ligera emoción. Quizás uno si elige, elegir mal también es elegir, después de todo. Pensaste en llamar, pero ¿Qué dirías? Aún no lo tenías claro, ellos solo te aceptarían si ibas con ideas precisas. Te molestaste otra vez.

Lo cierto es que a vista ajena ni los comensales, ni la comida, ni las risas eran demasiadas. Se tiene la tendencia a magnificar o minimizar según sea conveniente. Vos te sentías culpable y te querías castigar. Todo afuera era magnifico, todo lo tuyo era detestable.

Alternabas tu vista entre el suelo y los rostros iluminados. Mirada penetrante, filas de monocordes figuras, espejismos que se extienden. En estas heladas calles no hay nada para vos.

Si estuvieras allá, en este preciso momento estarías contando algunos chistes. El humor era tu manera de preguntar encubiertamente cosas que nadie quería responder. Se genera una cadena de conductas. Todos saben que estas preguntando, pero se hacen los desentendidos y se quedan en la literalidad de lo relatado.

No te voy a decir nada. No sé si te extrañan, si te tienen aprecio o piensan en vos. Sé que siempre fue tu intriga, sé que tuviste miedo a la respuesta. Pero ahora ¿Qué vas a hacer? Probablemente me digas que a fin de cuentas siempre estamos solos por más que mucho lo queramos ocultar.

domingo, 3 de abril de 2011

CONSECUENCIAS CONCEPTUALES: La Irreversibilidad (I)

Habíamos olvidado en que día vivíamos, incluso no recordábamos el mes, solo presentíamos el atardecer de un lapso de tiempo confuso; un tibio rayo de sol me iluminaba el rostro. Al frente estabas vos, casi en penumbras, rodeado por el espeso humo de tus cigarros. La habitación apestaba: alcohol, transpiración, sexo, encierro.

Lo habíamos perdido todo y lo poco que nos quedaba lo estábamos destruyendo. Tiempo atrás me confesaste que habías ingresado a un camino sin retorno, te habías dañado para siempre. Te dije que exagerabas e intente distraerte, sabía que te gustaba el teatro, te propuse ir, pero ni eso querías. Pensé que al día siguiente estarías bien... una semana después era yo la que confesaba aquel mal. No se cuanto tiempo ha pasado ya, desde ese día poco salimos de acá. Todo nos parece trivial y superfluo. No podemos conectar con nada ni con nadie, no entendemos a los voluntariosos ni a los motivados ni a la “gente feliz”. Estamos apáticos, somos autómatas.

A veces alcanzo a verte entre la espesa niebla de humo, pareces ausente y tu mirada perdida, quizás estés rememorando viejos buenos tiempos. Dejamos de ser quienes eramos. En este transcurrir de minutos, horas, días; en este tiempo tan indeterminado y banal, pienso en reencontrarte, en ver nuevamente el brillo de tus ojos, en volver a sentir la complicidad en el encuentro de nuestras miradas... pero no va a suceder, vos estas ya muy lejos y yo corro en la dirección opuesta.

Olvidamos como sonreír, vivimos en un eterno domingo. De vez en cuando me pregunto como hubiese marchado todo si la irreversibilidad no nos hubiera apresado en detalles tan importantes. ¿Seríamos aquellos que hoy no entendemos? ¿Seríamos felices? ¿Qué nos queda para el presente? ¿Esperaremos tranquilamente la muerte? ¿Seguiremos actuando, haciendo de cuenta que estamos vivos? Cada día olvidamos más, pronto no tendremos pasado. Quizá lo único que nos quede sea el humo de tus cigarros, mis botellas de whisky y algo de hipocresía, si tenemos suerte.

Ya casi ni recuerdo cuando escribí estas palabras. Estoy a punto de perderte de vista, me siento muy lejos de aquí y creo que la poca lucidez y consciencia que me queda la estoy perdiendo. Si pudiera volver el tiempo atrás tomaría otras decisiones, estoy segura que vos también. Prometería no olvidarte pero no se como continuara esto. Solo me queda una palabra: Adiós.

sábado, 5 de marzo de 2011

El triste devenir de lo que debemos ser

Una mañana más y ves la gente pasar, llevan prisa. A veces crees que no ves personas, sino trajes bien planchados.

Te lamentas de estar en el limbo, pero nena, vos sabes que no querés creer mas en príncipes ni en castillos ni en finales felices. Ves todo cubierto de cinismo y amargura, no puedes comprender como esta es la vida que debemos llevar. Nadie te compra, las mejores publicidades no hacen eco en vos, pero sabes bien que vas a cambiar. Algún día el viento dejara de soplar y lentamente aceptaras el devenir de los hechos. Nena, tus fuerzas flaquean y sabes bien que no podes estar mucho mas tiempo aquí.

Querés desaparecer y refugiarte en aquellos momentos que siempre olvidaste que fueron felices, aún no lo sabias, pensabas que era distinto. No tengas miedo, pronto cesará y lo comprenderás. Pasearas de traje, perfumada y maquillada, impecable, sonriendo sin saber porque. Todo sera sencillo nena, no sentirás la renuncia, seras feliz, lo tendrás todo y tus sueños serán olvidados. Opinaras en las reuniones del sábado, discutirás y tendrás esta vez la razón. Te convertirás en una persona ejemplar, algunos te elogiaran. No te preocupes, te prometo que vas a enterrar tus ideales.

¿No lo estas deseando ya? Finalmente va a suceder, no te resistas más.